El
último vecino de la Casa del Aire
Manuel tiene 58 años,
está prejubilado y tiene una escasa pensión. Lleva habitando la Casa del Aire
desde hace 34 años. Allí vio crecer a sus hijos y actualmente reside buena
parte del tiempo en compañía de su nieto.
Manuel es testigo de
cómo se ha transformado el Albayzín, de cómo sus vecinos han ido
desapareciendo, sustituidos por nuevos pobladores que ya no conoce, porque
entran y salen del barrio en sus coches. Es testigo también de cómo las
antiguas casas vecinales son reconvertidas en hoteles de lujo y albergues, de
cómo han ido cerrando los comercios de toda la vida, siendo sustituidos por
teterías, tiendas de artesanía y suvenirs. Manuel es consciente de que el
barrio está dejando de ser para vecinos como él, convirtiéndose en una especie
de parque temático para el turismo.
Manuel padece todo esto
en sus carnes. A pesar de tener un contrato indefinido, ha sufrido todo tipo de
intentos para que abandone su casa: desde el intento de declaración de ruina de
su casa, el no reconocimiento de su contrato, la no aceptación de su renta para
poder desahuciarlo por impago, hasta el abandono, incluso deterioro del propio
inmueble, no acometiendo ningún mantenimiento y atacando a los suministros de
agua y electricidad.
Pero Manuel está
decidido en continuar habitando la que es su casa. Con el apoyo de otras vecinas
y solidarios, lleva defendiendo su derecho a vivir allí desde hace casi 10
años. No sólo lucha por su vivienda sino también contra las atrocidades que se
siguen acometiendo en el barrio.
A pesar del buen
hacer de algunos técnicos de la administración, Manuel se encuentra con un
conflicto estructural: las leyes y procesos burocráticos están hechos para
facilitar que los grandes propietarios e inmobiliarias hagan su agosto a costa
de la vecindad menos pudiente. Los derechos de los inquilinos han ido mermando
sustancialmente a lo largo de los últimos años, aumentando así el conflicto
vinculado a un bien fundamental como es la vivienda.
Los juzgados también
han jugado un papel importante en la situación de Manuel, sobreseyendo, a pesar
del volumen de pruebas, la primera querella por acoso inmobiliario admitida a
trámite en Andalucía. Su visión parcializada y compartimentada del conjunto de
acciones realizadas en contra de Manuel no hace más que permitir que se sigan
cometiendo este tipo de injusticias.
También en los
juzgados se ha paralizado el incumplimiento del deber de mantenimiento del
inmueble, proceso administrativo que conduciría a que la empresa propietaria,
Edivara, vendiera forzosamente la casa. Esta parálisis se mantiene desde hace
más de tres años y otros tantos que le quedan si no conseguimos hacer algo al
respecto.
Mientras tanto,
personas y colectivos solidarios siguen apoyando a Manuel en el mantenimiento
de la casa. Sin embargo, el tiempo pasa y las condiciones de Manuel continúan
vulnerándose.
http://solidarioscasadelaire.blogspot.com
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